Antonio Galán Gall
Cuando el joven bibliotecario comenzó a trabajar en una pequeña población, donde se encuentra la iglesia en la que está enterrado el escritor Francisco de Quevedo, no podía imaginar el periplo que le esperaba, a lo largo de su vida, hasta resolver el misterio de un manuscrito perdido durante más de 350 años. Tampoco podía sospechar que el mismísimo Quevedo recurriera a él, y a un extraño grupo de bibliotecarios especialistas en libros raros y antiguos, para desentrañar un enigma en el que estaba en juego el honor del propio escritor.