LA POESÍA DE NATIVIDAD CEPEDA

LA POESÍA DE NATIVIDAD CEPEDA

Última tarde de diciembre en tomelloso

Se han dormido los pequeños jilgueros

en las ramas con un beso de luna

entre sus plumas cuando apenas

quedan horas del año que se marcha.

Quedaron tantos sueños inconclusos

que en el corazón quedó nostalgia

y un halo de tristeza por las calles.

Esta última noche bendeciremos

las viandas que hay sobre la mesa

y volveremos a pedir a Dios

por los hambrientos de amor

y de trabajo no encontrado…

Y ojalá

que la porción de amor que nos anida

en el alma sin pudrirse,

amanezca con el nuevo año confiada

con el mismo temblor de las ramas

del árbol que acoge el sueño de los pájaros.

Ojalá que volemos con la luna

y soñemos a pesar de lo incierto.

 

Inmemorian por Peshawar

Llora el silencio.

Buceo en la sangre de la inocencia

que han masacrado.

La luz se quiebra por el follaje

de Peshawar: tiembla la vida

entre los libros ensangrentados.

Salta la muerte por las paredes.

Orgía de horror.

Zurzo mi alma con los preceptos

de los cristianos y los budistas,

con mi rechazo a los violentos

y mi respeto para los muertos…

¿y mi perdón?

Callan los bosques…

Calla mi voz.

Manual de sombras  en Pakistan;

inmemorian por todos ellos.

No hay frontera para el llanto.

Para gemir soy raíz de árbol,

tierra, para la sangre del inocente

Amor

Amor, manoseado verbo

sin orilla final ni principio.

Predio de inacabadas sombras

y sacrificio del aroma del alma.

Amor, estiaje en la sangre

que estrena vecindad en cada día.

Metáfora cantada y expulsada

por el azogue brutal del homicida.

Espejo de la imagen que redime

de todo cuanto afea a lo humano.

Si en las paredes se prohibiera

amar a los demás, si fuera ley

extirpar al amor de nuestro lado,

entonces, ya sin duda,

el amor de verdad existiría.