José María Lozano Cabezuelo nació en 1953. Verdadero caballero custodio del inmortal Quevedo, desde Torre de Juan Abad.
Siempre animando proyectos en la Casa Museo de Quevedo que dirige, hombre que apoya todas las iniciativas que robustezan el Campo de Montiel y que agradece y apoya cuantas iniciativas incidan en su desarrollo.
No se puede pasar por esta tierra sin conocerle y apreciar los tesoros que guarda con fervor de su maestro Quevedo…
A primeros del 2001, escribía en el Balcón de Infantes, citando a Valentín Arteaga: “el personal, por estas tierras vive para adentro y la realidad no existe…Las caravanas, claro pasan de lejos, Mancha solitaria, tierra única, intermedia, de paso. El que se queda por algo será…” y añadía parafraseando al filósofo de Fuenllana, Antonio Rodriguez Huéscar: ” el alma del hombre del Campo de Montiel es retráctil, como el cuerno del caracol; ante el contacto de lo extraño, se encoge, se mete en su concha…”
Para quién vino de otras lejanas tierras para caminar codo a codo con estos pueblos, encontrar un personaje como José María, abierto y entrañable, no sólo fué un honor, sino que descubrir sus ideas constituyó un gran motivo para reanudar compromisos con el Campo de Montiel, despues de mi periplo como cooperante en América.
Y destacar su gran labor, no es cosa de agradecimiento personal sino de hacer justicia hacia su persona que tanto está contribuyendo a dibujar esta tierra que se está conociendo no tan sólo por el Quijote, con su trascendental dimensión quevediana, de la que es su principal defensor.
(Darío Pozo)